LA EDUCACIÓN EN ESPAÑA, ¿¡OTRO TEMA DE DEBATE MÁS!?

Al momento de juntarnos por grupos en la pasada sesión de clase, nosotros abordamos la cuestión del incentivo de la llamada "cultura del esfuerzo", y la promoción del afán de superación. Y si algo se puede afirmar, a grandes rasgos, es que parece que concluimos de forma unánime, que estos términos deben aplicarse en la educación española, pues no tienen presencia en ningún punto del estado.

Como consecuencia, parecía que apuntásemos a una misma dirección. Esta de la que hablo, es el señalamiento de la carencia que existe de apoyo y atención personalizada y cercana al alumno, y el constante señalamiento del error frente a la exaltación de los aciertos (aún si estos son mayoritarios). Para ello, se propone una contratación de más profesores a fin de que sea menor el número de alumnos por profesor, dando pie a una atención más dedicada y especializada. También se propone el aumento y oferta a los alumnos de tutorías para evaluar su estado frente a las materias y al curso escolar en general, en un seguimiento regular. Por último, se incide en hacer notar al alumno que el error no es la fatalidad con la que se reviste hoy día, sino una motivación a mejorar y aprender del mismo. De esta manera, la cultura del esfuerzo y el afán de mejora, de la mano, van a aflorar en el alumnado de manera natural.

Por otro lado, y ya a título personal, siendo por tanto lo mencionado de ahora en adelante subjetivo y exclusivamente atribuible a mi persona; procedo a mencionar brevemente algunos de los aspectos que conformarían un sistema educativo idóneo en España.

Para comenzar, hay que señalar que existe un problema de base. Este problema se puede resumir en las concesiones. Las constantes concesiones que existen en la educación española, tanto en el mantenimiento de asignaturas como la religión que deben guardarse para el ámbito privado y salir de los centros educativos; como la concesión de toma de decisiones a las comunidades autónomas en materia educativa, raíz de ciertas desigualdades, han de ser resueltos a la mayor brevedad posible. Es por esto, que así como se ha comentado con Rusia en clase, el papel del estado debe ser protagonista en este asunto. La educación debe ser unitaria y centralizada, y ningún órgano autonómico debe tener poder de acción, más allá de la proposición al gobierno central de determinadas reformas, que deben ser aprobadas por el mismo y, en caso de ser aprobadas, hacerlo al conjunto del estado español.

Como ya se ha hecho mención, el ámbito educativo está hermanado con el aprendizaje, las ciencias y las letras; así como el debate y la crítica, pero bajo ningún concepto tiene la función de promulgar ideas fantasiosas o cuya única sustentación es la mera fe. La eliminación de cualquier asignatura religiosa (obviando aquellas que traten la historia de las mismas u otros asuntos que no estén destinados más que a estudiarlas de forma objetiva y no a inculcar sus doctrinas), deberían ser borradas del currículo académico a nivel nacional. En su lugar, el aumento de las horas de tutoría en grupos reducidos o individualizadas (allí donde los números lo permitan), así como la adición al programa de materias como las cursadas en Japón que orienten y preparen a los nuevos miembros de la sociedad a la vida adulta y en colectividad (orientación laboral, clases de costura, talleres de cocina, etc.), serían deseables. Un Japón del que se puede asimismo, obtener la firmeza y dedicación, así como la educación por la limpieza y el respeto por el grupo.

Otro de los grandes problemas que existen en nuestro sistema educativo, es la mercantilización de la educación. Por ello, el fin de la educación concertada y/o privada ha de ser un fin en sí mismo. La educación ideal ha de ser pública, universal y gratuita para TODOS LOS NIVELES. Por supuesto se pondría fin a cualquier escuela dirigida por grupos de carácter religioso, y se habilitarían los mismas como escuelas públicas estatales. Todo ello por supuesto, también recoge el fin de la educación segregada por sexos. Los materiales de estudio, por supuesto, serán sufragados por el estado y distribuidos de forma gratuita.

En cuanto a la prueba de acceso a la universidad, será un modelo unificado a todo el estado español, acabando así con las diferencias por regiones. Así, por supuesto, la eliminación del llamado "bachillerato de excelencia", se presenta clave como herramienta para disminuir la desigualdad entre el alumnado.

Se promoverá la percepción del maestro como una figura de autoridad en las aulas. Un profesorado, que a fin de buscar la posibilidad a futuro de una reducción en las jornadas laborales, necesitará un aumento en la contratación de profesores a nivel estatal.

Sin permitir por supuesto que otras lenguas del estado desaparezcan, la mayor carga horaria lectiva habrá de ser en castellano, pues es la lengua oficial primera y vehicular del estado español. Se insiste en que el euskera, catalán, gallego, valenciano, bable, etc. no obstante, NO habrán de ser desechadas del ámbito educativo.

Será vital la incrementación y mejora constante de los programas contra el acoso escolar, y se aumentará la severidad de los castigos contra quienes infrinjan estos programas, tanto en la no aplicación de los mismo por parte del cuerpo de docentes y administración de los centros educativos, así como de los alumnos que por acción u omisión participen en actos de dicha naturaleza.

Por último, se propondría en referéndum, a la ciudadanía española de todo el estado, la adopción de uniformes escolares (sufragados por el estado), que fomenten la igualdad y que disminuyan los casos de acoso y o marginación por asuntos relacionados con la imagen o vestimenta.

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